Mindfulness centrado en los problemas y en las emociones
Trabajar con atención plena en nuestros problemas y en nuestras emociones supone, en principio, reconocer lo que pensamos y sentimos realmente en el momento presente. Ayuda a ello el detenernos para percibir el dolor, respirar con él, no intentar explicarlo, alterarlo o hacerlo desaparecer.
El dolor producido por el trauma tiene dos componentes principales. Uno lo constituye el campo de nuestras sensaciones; el otro, el de la situación que se encuentra en la raíz de esas sensaciones. Al permanecer con nuestro dolor, podemos hacernos la pregunta de si podemos o no contemplar nuestro estado emocional como si estuviese desligado de los detalles de lo que realmente ha ocurrido o está ocurriendo. Si somos capaces de distinguir entre estos dos componentes de nuestro dilema, es probable que podamos trazar el rumbo que nos lleve a alcanzar una solución eficaz a toda la situación, incluyendo nuestras sensaciones. Si, por el contrario, el campo de las sensaciones se confunde con el propio problema, cosa que ocurre muy a menudo, es sumamente difícil ver con claridad y saber cómo actuar con decisión. La propia confusión genera más dolor y sufrimiento.
Intentemos centrarnos en el problema. Intentemos verlo en su totalidad y como algo aparte de nuestras fuertes emociones en relación con él. A continuación, preguntémonos si podríamos realizar alguna acción que contribuyese a resolver las cosas dentro del ámbito del propio problema. Hay casos en los que no hay que hacer nada. Si es así como lo percibimos, no hagamos nada, tan buena es esta respuesta del no-hacer como cualquiera que podamos dar, y a veces, es la más adecuada posible.
Paralelamente, podríamos aportar conciencia a lo que sentimos. Intentemos darnos cuenta de nuestro sufrimiento. La aportación de una sabia atención al campo de las sensaciones nos ayuda a enfrentarnos al dolor emocional producido por el trauma. Un paso adelante más en este proceso llegaría cuando pudiéramos completar otras formas diferentes de ver nuestras sensaciones, cuando pudiéramos ser capaces de abrazarlas como si nosotros fuéramos nuestros propios cuidadores, cuando nos pudiéramos aportar bondad y cariño en medio de nuestro dolor.
Vivir el trauma.
Cuando el trauma nos empuja a épocas de mucho desasosiego y confusión; épocas de tristeza, miedo y pena; épocas en que nos sentimos heridos, perdidos, humillados, frustrados o derrotados, constituyen los momentos en que más necesitados estamos de saber que el núcleo central de nuestra vida es estable y resistente, y que podemos capear todas estas emociones y hacernos más humanos durante ese proceso. En tales momentos, ayuda que nos detengamos.
Cuando observamos cómo se va desarrollando nuestro dolor emocional, con aceptación, con franqueza y amabilidad hacia nosotros mismos, y al mismo tiempo tratamos de ver las cosas centrándonos en comprender la situación, conseguimos un equilibrio entre obedecer y aprender en cada momento de nuestro dolor emocional mientras se va expresando y actuando eficazmente ante el trauma. Aplicar la atención plena en nuestros pensamientos y emociones durante el dolor emocional del trauma puede contribuir a que actuemos con eficacia ante él. Podremos sembrar semillas que sanan el corazón y la mente.
En la próxima entrega vamos a tratar el miedo al contagio. En estos momentos se está convirtiendo en la fobia más extendida entre la población por razonas obvias.
Gracias por vuestra atención. Espero poder ayudaros con estos escritos a vivir con más dignidad y paz.
También podéis encontrarnos en Jaén, nuestro equipo de Psicólogos en Jaén y yo, estaremos encantados de atenderos.